TIENES UN MENSAJE PRIVADO
Recibes un aviso en tu teléfono móvil: alguien te ha solicitado amistad a través de la archiconocida red social llamada Facebook. Si no eres demasiado curiosa (permítanme que hable en femenino, ya verán el porqué), esperas al momento del día en el que te sueles conectar para averiguar quién es. Por el contrario, si deseas saber rápidamente la identidad de tu solicitante, pulsas el icono azul que te sacará de dudas. En el caso de que la petición proceda de alguna página comercial piensas “publicidad gratuita”. En cambio, si es de una mujer, da igual que sea conocida o no, respiras aliviada; aunque te gusta fisgonear en su perfil en busca de algo que tengáis en común y por lo que verías lógico aceptar dicha “amistad”. La duda y el recelo llegan cuando es un hombre el que quiere ser tu amigo. Y no es que sea malo que un hombre y una mujer tengan amistad a través de una red social. Lo peor de todo esto es que, el concepto de amistad en la vida real, no es el mismo que en el mundo virtual. Resulta más complicado acotar los límites de cada uno.
Si eres mujer y aceptas la amistad que te solicita un hombre al que no conoces de nada a través de Facebook, corres el riesgo de, inmediatamente después, recibir un mensaje privado de dicho varón del tipo: “Gracias por aceptar”. O bien “Hola, ¿cómo estás?”. Incluso un chirriante y sospechoso “Hola bonita”. En principio todo parece relativamente inofensivo y, por educación, quizás contestas a su saludo, momento en el cual se abre la veda de la confianza, es decir, algunos hombres entienden que la mujer quiere tener una amistad más cercana, aunque sea de forma virtual… Cosa que no tiene porqué ser cierta.
Si decides no contestar al saludo inicial, tampoco te “libras” de recibir casi a diario un “Buenos días”, o un “¿Estás ahí?”. Parece que algunos no entienden que si no has contestado al principio, no lo vas a hacer después.
Me parece genial que haya hombres que utilicen Facebook para conocer a mujeres e intentar entablar algo más que amistad, aunque existen páginas webs específicas para eso. Es por ello que ya no suelo aceptar la solicitud de amistad de hombres a los que no conozco, al menos de referencia. La experiencia me ha enseñado que la mayoría buscan otra cosa…
Pienso que aceptar las solicitudes de amistad así, a la ligera, simplemente por aumentar tu número de “amigos”, es una pamplina. Deberíamos de cuidar más la calidad que la cantidad. ¿En la vida real seríamos amigos de todas esas personas que nos piden amistad por Facebook? Quizás si respondemos a esa pregunta antes de pulsar el botón de “Aceptar”, evitaríamos recibir mensajes que no deseamos, de personas a las que realmente no conocemos y que buscan en nosotras una “amistad” con derecho a algo más. Y no sólo hablo del sexo…
Detrás de este tipo de mensajes, también se esconde una forma de consecución de dinero. El “nuevo amigo”, una vez ha creado cierta empatía y cariño hacia su persona por parte de la mujer en cuestión utilizando un lenguaje engatusador, aprovecha esos buenos sentimientos y, como si en ello le fuese la vida, le pide dinero. Seguro que muchas mujeres saben de lo que hablo. Y las que no, anótense esta información.
Cuidado: lobos con piel de cordero.
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