QUE nuestros modos y maneras de ser o de actuar tengan una explicación neurológica -del sistema nervioso, con su legión de neuronas- no es que quite misterio y singularidad a las particularidades de cada cual, sino que nos reparte por patrones más o menos fijos, uniformes, predecibles y, lo que es peor, hasta manejables para condicionar el desenvolvimiento de las conductas.
Preguntarse, por ejemplo, cuáles son las razones del altruismo, de la diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio, seguro que no parece necesario ya que, quien manifiesta tan generosa virtud, suele tenerse como una persona categóricamente buena. Es altruista por buena, o al revés, y las causas y motivos no reparan en la forma de conectarse unas neuronas con otras en el sistema nervioso de la persona que regala bondad. Pero los científicos, claro está, buscan con empeño la razón de las cosas aunque desmonten o deshagan con ello las explicaciones sencillas de uso común. Esas que se formulan con lo que a primera vista se observa, pero también ante lo que resulta avalado por el testimonio de los comportamientos o de los hechos socialmente elogiables. Sin embargo, ser altruista, además del reconocimiento directo, tiene una fundada explicación neurológica. De modo que se estiman dos motivos para conformar y diferenciar el altruismo: uno es la empatía y otro la reciprocidad. La primera lleva a ponerse en el lugar del otro, mientras que la segunda conduce a la obligación de devolver un favor. Y cada una de ellas, cuando actúa en el comportamiento altruista, tiene una forma diferente de poner en conexión distintas zonas cerebrales. Por lo que los neurólogos, con sus técnicas y pruebas de diagnóstico, pueden precisar si el altruismo es producto de la empatía o de la reciprocidad. Y, en tal sentido, ponerse en el lugar del otro para ayudar a los demás es un comportamiento más primitivo, más precursor, que la reciprocidad.
De especial interés, por otra parte, es el desenvolvimiento de los egoístas cuando, aunque les cueste, han de darse al altruismo. Ya que, en esos casos, la empatía, puesto que hace sentir como el otro, lleva al egoísta a vivir la situación más o menos como si le ocurriera a él. Mientras que la reciprocidad trae de suyo reconocer al otro y esto ya es más difícil cuando solo se reconoce uno mismo. Así que, a la postre, hasta cabe un altruismo egoísta.
Tras un mes de concentraciones semanales en el Centro de Salud de Carmona, médicos y usuarios recorrerán mañana las calles de la ciudad para exigir solución ante el déficit de facultativos en la Atención Primaria, Pediatría y Urgencias. Ayer una caravana de vehículos anunció la movilización y convocó al vecindario.
La sala de exposiciones de los Bajos del Ayuntamiento recoge en estos días una muestra artesanal de pasos en miniatura realizados por Antonio Suárez "Ventura". Un total de treinta seis piezas dejan constancia de una afición de reminiscencia infantil con la que ofrece una visión suigéneris de la Semana Santa.
Rafael Rodríguez, presidente de la Asociación de la Prensa de Sevilla (APS) disertó ayer, dentro del marco de los Cursos de Verano de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona, en el seminario titulado “¿Hacia dónde va el periodismo? Entre el poder, la mentira, la tecnología, el modelo de negocio y un futuro por determinar”.
La consejera de Cultura y Patrimonio Histórico en funciones de la Junta de Andalucía, Patricia del Pozo Fernández y el rector de la Universidad Pablo de Olavide, Francisco Oliva Blázquez, entre otras autoridades académicas y municipales, han inaugurado hoy la XX edición de los Cursos de Verano de la UPO.
Escribe tu comentario