Un goya GURMÉ para el Bar Goya

   Un goya GURMÉ para el Bar Goya

           Con los tiempos que corren para la Hostelería, no es nada fácil que la sociedad en general y la prensa especializada se fijen en un establecimiento del ramo como noticia. Tampoco que éste -situado en un pueblo de la provincia- mantenga una trayectoria de calidad desde antaño, sea visitado por una clientela muy concreta para evaluar al mismo y que, por fin, el público lo valore mediante votación y le conceda un premio como el que recibirá en breve el Bar Goya, de Carmona.

               Esto ha sido posible gracias a los prestigiosos Premios GURMÉ que, en su quinta edición, prima, entre otros, a aquellos establecimientos de trayectoria clásica en su cocina, a los de mejor restaurante y bar de cocina creativa, a la mejor apertura y al mejor establecimiento de la provincia. En definitiva, los premios GURMÉ son los premios Goya de la Hostelería. Así que, con la validez de la redundancia, el Bar Goya, ha sido elegido, por votación, el mejor establecimiento de toda la provincia. Hay es nada.

                Tan acostumbrado están los carmonenses a la familiaridad de este bar que muy pocos han reparado en conocer su largo historial, de dónde viene y por qué lo del prestigioso premio. La proximidad hace normalidad lo cotidiano. Pero para el jurado de los premios GURMÉ la clave radica en todo un conjunto de factores que no se escapan al catador de la buena hostelería; una clientela fiel que admira: cocina con sabor tradicional, enclave, familiaridad, calidad y precio. Lo que se dice: “sentirse a gusto”.

            Así lo calificaba, el hoy gerente del Bar Goya, Alberto García Bermudo, empresario y trabajador forjado durante treinta dos años tras la barra y cuyo cometido actual de dirección es marcar las pautas de un trabajo en equipo junto a la plantilla de empleados. No es casualidad esta solvencia de manejar el timón del negocio, pues son tres generaciones las que han sabido llevar el bar por el sendero del éxito. Primero, el abuelo Antonio, el de la Cantina; después Luis, el del Goya; y ahora Alberto, que mantiene la antorcha.

           Si el enclave del Goya es privilegiado, su fachada es atracción fotográfica por excelencia en la plaza del antiguo foro romano. Sin embargo, la excesiva protección del edificio por los organismos competentes en la materia, presenta serios inconvenientes y obstáculos para la conservación del inmueble que, en determinadas zonas necesita de actuaciones urgentes. Sin embargo, esto no ha sido óbice para que, a lo largo de los años, el local se haya ampliado y mejorado en todos los servicios con gusto y estilo.

          Como en todo establecimiento señero que aprecie los recuerdos, el Goya mantiene en su interior dos reliquias: la primera familiar y devota; una capillita de cerámica dedicada a la Virgen de Gracia, patrona de Carmona, y cuya autoría se pierde en el tiempo –más de cien años- y que dejó para la posteridad el tío Pepe Bermudo, insigne y añorado boyero de la carreta del Simpecado en la romería de Carmona. La segunda, con matices románticos, es el cuadro del pintor local Antonio Nodal, que representa la fachada del bar Goya, donde brota la sencillez del trazo artístico con su esplendor monumental.

          Por último, en lo que referente a manjares de cocina y buena mesa, Alberto nos ofrece al Grifo y sus lectores, ahora en temporada, un cochinillo al horno: “Todo un espectáculo”; sin menospreciar, la carrillera ibérica con foie de pato. Pues vamos a probarlos. Queda usted invitado. Que aproveche.